Así, a lo largo y ancho del Perú se instauraron nuevos impuestos como el almojarifazgo, el diezmo y la alcabala, al igual que las Cajas Reales, que eran los centros de acopio de las recaudaciones. Del mismo modo, como encargados de hacer funcionar todo este sistema, aparecen las figuras del contador, el tesorero y el factor.
Durante la colonia, el puerto de Paita se vuelve esencial para el comercio con la metrópoli europea, hecho que no cambia durante la independencia. Es más, el sistema y toda la estructura con la que se pone en práctica la contabilidad se mantiene, básicamente, intacta hasta llegado el siglo XX.
Según un artículo de Real Systems, por aquel entonces, esta profesión carecía de bases académicas sólidas, se ejercía de forma desordenada e irregular, y las instituciones responsables eran rudimentarias. Aunque se dan esfuerzos por cambiar este panorama, ninguno causa el resultado deseado hasta que, en 1959, se promulga la Ley de Profesionalización del Contador Público.
Esta, entre otras cosas, propicia la aparición de los colegios de contadores públicos de cada región. Así, en 1961, se fundó el Colegio de Contadores Públicos de Piura y Tumbes, que dos años más tarde pasaría ser solo Colegio de Contadores Públicos de Piura.