Valoración, registro contable y gestión del capital intelectual

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Cuando se liquida una empresa o se discute la participación en un negocio conjunto, es común enfrentarse al dilema de que el capital financiero que se aporta no es suficiente criterio para la posterior distribución de los dividendos. Una posible solución a esta cuestión sería el registro en los libros de contabilidad del capital intelectual de la organización. Diferentes autores han abordado el tema desde diferentes enfoques. Aquí se brinda un método de valoración, registro y gestión de este capital basado en un modelo del propio autor, publicado en varios sitios y revistas en Cuba y el extranjero. La esencia del método consiste en la capitalización de gastos y de costos decrementales que conforman fuentes de valor futura para la empresa. Se incluyen además indicadores de eficiencia y competitividad del capital intelectual.

Cuando se liquida una empresa o se discute la participación en un negocio conjunto, ya sea por acciones o de producción cooperada, es común enfrentarse al dilema de que el capital financiero que se aporta no es suficiente criterio para la posterior distribución de los dividendos.

Esto será relativamente importante en dependencia del sector económico de que se trate y se hace decisivo en el caso de las llamadas organizaciones del conocimiento cuyos activos fundamentales son intangibles, tal es el caso de las empresas de software, consultoras y de investigación, por mencionar sólo algunas.

Si el capital intelectual se reconociera o estuviera reflejado en nuestros libros de contabilidad el proceso sería mucho más sencillo, pero la práctica contable internacional ha evitado el asunto por su carácter tan controversial.

Ya se ha hablado de las limitaciones e insuficiencias de la contabilidad tradicional para incorporar el capital intelectual al balance de la empresa y se han propuesto métodos de medición de activos intangibles por varios autores, enmarcados en lo que se ha dado en llamar la nueva economía o economía de la era del conocimiento.

El Goodwill como método de medición, si bien caracteriza realmente el valor de una empresa según el mercado y desde este punto de vista es un buen indicador, también es cierto que puede estar afectado por las acciones especulativas y que su exceso de dinamismo hace que tendría que estarse avaluando diariamente el capital intelectual lo que de hecho resulta poco práctico a los ojos de la contabilidad tradicional.

 

La rentabilidad sobre activos (ROA) en exceso con respecto a la media de la industria, tiene el inconveniente, al contrario del primero, de la demasiada estabilidad, y aunque resulta muy adecuado para tomar una fotografía del valor del capital intelectual en un momento dado, lo cierto es que no caracteriza su dinámica ni su valoración periódica, con lo que también se opone a lo comúnmente aceptado por la contabilidad tradicional.

Otros métodos de valuación estudiados y aplicados por algunas importantes compañías son el MCM (Método de Capitalización del Mercado) (Mohammed 2002) que corrige los inconvenientes del Goodwill pero tiene los mismos inconvenientes que el ROA, mientras que el DIC (Capital Intelectual Directo) (Mohammed 2002), aunque es el más exacto y está avalado por Skandia, resulta demasiado complejo para compañías menores y demasiado costoso de implementar.

En artículos anteriores en que abordamos el tema [1] propusimos un modelo para registrar este capital intelectual. Decíamos entonces que considerábamos el mayor obstáculo para su implementación el hecho de que las normas de contabilidad exigen que para que se pueda reconocer en el balance un activo intangible, ha de ser probable que fluyan a la empresa beneficios futuros atribuibles a él y que para satisfacer este criterio la empresa debería demostrar la forma esperada en que el activo intangible incrementará el flujo de entrada de beneficio.

Es justamente este concepto el que pretendemos retomar para plantear una hipótesis de un posible registro del capital intelectual con un nivel de certeza razonable.

Como punto de partida es importante establecer una clasificación uniforme de los activos intangibles.

A partir de estudiar los diferentes modelos tenemos que la clasificación de los intangibles es muy semejante en unos y otros. Sveiby (1996), Bontis (1996), Saint – Onge (1996), Modelo Intelect (1998), Dow Chemical (1998), Nova (1999) coinciden en tres agrupaciones: capital humano, relacional y estructural; con algunas variaciones en los nombres, del relacional: social, clientes y del estructural: desempeño, organizativo.

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Por su parte el Skandia (1996) y el de Dragonetty Roos (1998) consideran al estructural y el relacional en uno solo en un primer nivel jerárquico, y en un segundo nivel desglosan al estructural en capital de innovación y capital de procesos. Este enfoque de innovación es tenido en cuenta además por Sveiby al definir los indicadores y por el Nova al considerarlo como un capital aparte a los tres mencionados.

A los efectos del método que aquí se propone, la clasificación más apropiada es la del modelo de Technology Broker de Annie Brooking (1996)

  • Activos humanos
  • Activos de mercado
  • Activos de propiedad intelectual
  • Activos de infraestructura

Activos humanos: Capacidad de aprender y utilizar el conocimiento a partir de las competencias y motivaciones de las personas.

Valorar en dinero las competencias de las personas puede resultar inaceptable para mentes demasiado ortodoxas, pero si ya aceptamos que el Derecho Legal y las instituciones aseguradoras valúen la vida de una persona o las diferentes partes del cuerpo humano, por razones prácticas e independientemente del matiz humano o sentimental de lo que esto significa, por iguales o mejores razones prácticas hemos de aceptar que las competencias de las personas se valoren en dependencia del aporte que signifiquen para las organizaciones que las emplean.

Activos de mercado: Los que proporcionan una ventaja competitiva en el mercado: marcas, lista de clientes, capacidad de colaboración, cartera de productos.

Activos de propiedad intelectual: Valor adicional que supone para la empresa la exclusividad de explotación de un activo: patentes, copyrights, derechos de diseño, secretos comerciales, know how.

Activos de infraestructura: Incluye las tecnologías, métodos y procesos que permiten que la organización funcione: filosofía de negocio, cultura de la organización, sistemas de información.

La ecuación de la contabilidad se escribe entonces tal como sugiere Mantilla (2000):

Recursos (activos intangibles + activos tangibles) = responsabilidad + capital intelectual

Al modelo contable propuesto anteriormente por el autor se le incluyen las variaciones que provoca la aplicación de este método:

Bajo este enfoque, es importante establecer dos precisiones:

  • el capital intelectual + el capital contable dan el valor de la empresa, no su precio. El precio de compra-venta o su valor en bolsa, sigue estando influido por la especulación, la relación oferta–demanda y los demás mecanismos de mercado.
  • hay que diferenciar entre los activos intangibles y los indicadores de gestión de esos activos, cuestión esta no completamente dilucidada en la amplia biografía que puede consultarse sobre el tema.

En el caso de los activos intangibles no nos referiremos a los de propiedad intelectual que la contabilidad tradicional ya admite sean reflejados en libros cuando se adquieren o se ha tenido que pagar algo por ellos, sino que pretendemos demostrar que otras fuentes de valor importantes para la organización también pueden adaptarse al requisito sine qua nom de que se pueda demostrar los flujos futuros de efectivo y de que su medición pueda realizarse con relativa facilidad.

I Activos de mercado

  • Mercado: Valor del mercado real expresado en la contratación actual.
  • Proveedores: Importe que reporta las condiciones diferenciadas de suministro en relación con el mercado convencional (plazos de pago, descuentos, intereses de créditos comerciales y otros) y que representan los desembolsos que no será necesario realizar.
  • Gobierno: Importe que representan las bonificaciones, prioridades, subvenciones y subsidios estatales.
  • Fisco: Importe que representan las bonificaciones y exenciones tributarias.
  • Banco: Ahorros en el costo del dinero por intereses favorables, períodos de gracia, plazos de pago.
  • Imagen: Gastos de promoción y publicidad.

II Activos de infraestructura

  • Infraestructura externa: Posible ampliación del mercado gracias a la infraestructura exterior: ferrocarriles, líneas de comunicación, ancho de banda así como los ahorros de gastos a partir de contar con esa infraestructura.
  • Infraestructura interna: Ahorros de gastos gracias a nivel de informatización, cambios organizacionales, medidas organizativas. Cuando se realizan proyectos de este tipo se realizan estudios de factibilidad donde se calculan los beneficios que se derivan de los cambios.

III Activos humanos

  • Capacitación: Gastos de capacitación: de habilitación y de desarrollo
  • Valor de la fuerza de trabajo: Salarios pagados por encima de la media del sector, beneficios a los empleados (seguros médicos, condiciones especiales, bonos)
  • Motivación: Salarios que corresponderían a horas extras no reclamadas.

Todos estos intangibles son medibles y verificables mediante acciones de control, que es requisito básico que sigue la Contabilidad para el registro, siendo condición importante su trazabilidad.

En relación con el tratamiento contable se pueden clasificar en dos grandes grupos:

  • Gastos capitalizables
  • Costos diferenciales (decrementales o incrementales)

Para los gastos capitalizables el método que se propone se basa en determinar el valor actual neto de los flujos de caja futuros atribuibles a los intangibles y que de una u otra forma serán resultado de desembolsos anteriores que no han sido capitalizados.

El costo de promoción y publicidad es quizás el ejemplo más importante. Los rendimientos que se obtienen como consecuencias de campañas de promoción y publicidad, por lo general no aparecen en los períodos en que se hacen los gastos, especialmente cuando el resultado de esa campaña es la formación de una imagen y una clientela más o menos permanente.

A menudo las empresas gastan sumas considerables en el desarrollo de sus recursos humanos, en la atención al personal, en establecer agencias de ventas, estudiar métodos de distribución, estudiar nuevas formas de publicidad e investigación de mercados, en la reorganización de las estructuras, la informatización de los sistemas y la automatización de los procesos, de modo que las ventajas que se derivan de esta clase de gastos puede convertirse en una ventaja competitiva que incrementa significativamente sus utilidades a mediano plazo.

Así pues en este grupo se ubicarían los activos de imagen, de infraestructura interna y de capacitación.

Para los costos diferenciales, se puede determinar su decremento por peritaje.

El registro contable sería:

Activo intangible
contra
Capital intelectual

La cuenta de activo intangible debe abrirse por cada tipo de activo. La cuenta de capital intelectual debe ser tratada de modo semejante al capital social: analizarse por valor inicial, débitos y créditos de modo que se pueda seguir su rastro.

En el caso de los gastos capitalizables actualizarán su valor por amortización, mientras que los costos diferenciales se actualizarán por una nueva valuación de manera que el valor del KI se mantenga actualizado en los libros de la empresa. Si se establecen normas de valoración y amortización precisas para cada caso se puede lograr un nivel de uniformidad en el registro necesaria para hacerlo comparable.

Habida cuenta que no representa ingresos de efectivo no será gravado por los impuestos fiscales.

En ningún caso se ha considerado la posibilidad de operaciones entre las cuentas del balance tradicional y el balance agregado, pero no se desestima la posibilidad futura de que así pueda ser, en dependencia de la evolución que tengan las normas de contabilidad.

Para la gestión de ese capital intelectual habría que determinar cuáles son los factores que determinan el incremento de los activos intangibles y establecer un sistema de indicadores de gestión.

Así mismo sería necesario establecer indicadores de eficiencia y competitividad que demuestren la necesidad de esa gestión:

  • crecimiento (aumento – disminución / valor inicial)
  • solidez (capital intelectual / capital social)
  • rentabilidad (utilidad / capital intelectual)

Además de los beneficios financieros y comerciales no debe perderse de vista los beneficios sociales que representan aplicar este método de registro del capital intelectual y su consiguiente gestión. Varios de los factores mencionados fomentan el interés de la empresa en pagar mejores salarios, motivar y formar a sus empleados y contribuir a la mejora de las infraestructuras externas de aprovechamiento social.

Fuente:  gestiopolis.com

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