Valoración de los intangibles y capital intelectual

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Por sobre lo que marcan las normas contables, los responsables de los negocios y aquellos que buscan invertir en ellos, manifiestan nuevas y crecientes necesidades de información relacionada al valor de los activos intangibles, tanto en lo atinente al conocimiento, como aquellos inherentes a la relación de la organización con su entorno y a la utilización eficiente de su estructura operativa.

I. Introducción

Es necesario plantear nuevas necesidades de información directamente relacionadas al Capital Intelectual (1) que, una vez identificados estos activos, faciliten su medición y control.

Por lo general, el valor real de una empresa no coincide con lo que dicen sus balances y registros contables. Esto sucede porque la contabilidad sólo refleja algunos de los activos y a otros los desconoce en forma absoluta.

Resulta sencillo, entonces, determinar una ecuación matemática:

VR  =  VL  +  VNR

Donde:

VR  =  valor real de la empresa

VL  =  valor de libros

VNR  =  valor no registrado por los libros

En este caso, la incógnita a resolver es el valor de los activos que no se registran contablemente y que usualmente son llamados “fondo de comercio”, “valor agregado de mercado”, “conocimiento de la empresa”, “capital intelectual”, etc.

La preocupación empresarial, a partir del reconocimiento del valor que representan, es conocer los resultados de su gestión y los registros contables contribuyen poco y nada como medio informativo. Es problema a resolver es que se sabe que es lo que hay que hacer, pero la dificultad está en cómo hacerlo.

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Desde la década del setenta y con mucha más fuerza, a partir del último quinquenio del siglo pasado, han surgido sistemas de control que, en su proceso integracional, no se contentan con desarrollar indicadores financieros, sino que avanzan sobre elementos de la empresa que no son tenidos en cuenta por la contabilidad tradicional.

Estos sistemas, conocidos generalmente como Tablero de Comando, Cuadro de Mando Integral, BSC(2), etc., procuran incorporar al régimen de lo medible (indicadores) a los activos no reconocidos contablemente, entre los que se encuentran los referentes al capital intelectual.

Partiendo de la premisa que: “lo que no se mide no se gestiona”(3) y teniendo en cuenta el lugar que los activos intangibles están ocupando en la gestión empresarial, es comprensible la preocupación de los directivos de las organizaciones, tal como hiciera referencia párrafos más arriba, en tener información útil referida a este factor clave para el éxito empresarial.

De las diferentes formas en que se puede encarar el estudio de estos activos con la intención de obtener mecánicas para su mejor gestión y control, he decidido seguir las que emanan del modelo INTELAC de Euroforum (4) que, aparte de resultar claras y precisas, tienen una amplia difusión.

De acuerdo a este criterio, el Capital Intelectual está formado por el Capital Humano, el Capital Relacional y el Capital Estructural y a ellos hago referencia en los apartados que continúan.

II. El capital humano

Las empresas no consiguen el valor agregado solamente a través del control de sus costos, el uso eficiente de sus recursos y el manejo de sus estrategias de comercialización. Hoy, el factor determinante pasa por el desarrollo y aprovechamiento del Capital Humano.

El Capital Humano es la base que da origen a los otros dos tipos de Capital Intelectual. Comprende el conocimiento, la competencia, los valores y el potencial innovador de los individuos dentro de la organización y su capacidad de aprender.

Tiene como característica distintiva que las empresas no lo pueden comprar, sólo contratarlo durante un tiempo determinado y utilizarlo en ese período.

Por ello es sumamente importante la acción empresarial destinada a atraerlo, desarrollarlo y tratar de fidelizarlo, así como también hacer funcionar la gestión de desempeño, tendiente a medirlo y controlarlo con la mayor eficiencia y eficacia posibles.

Entonces, las funciones de análisis y desempeño de los individuos que conforman el Capital Humano de una organización se transforma en una herramienta sensible y de gran valor para determinar el valor de estos activos intangibles y, mediante la comparación en el tiempo, analizar los resultados de la gestión empresarial y proyectar tendencias de evolución futura.

Entre los elementos que deben ser considerados en este proceso de darle mayor grado de formalismo integral al estudio y medición del capital humano, se encuentran:

  •  Como está conformado el plantel de una organización, con una calificación que indique que áreas están bien cubiertas y cuáles no.
  •  El análisis de desempeño realizado con responsabilidad profesional y con continuidad en el tiempo.
  •  Estudios que midan el grado de satisfacción del personal.
  •  Programas de capacitación que incluyan análisis de los resultados alcanzados, etc.

Desarrollar esta función de la manera más objetiva posible y efectuar determinaciones serias, manteniendo criterios de evaluación uniformes, son requisitos indispensables para darle confiabilidad y reconocimiento interno y fuera de la organización.

III. El capital relacional

El Capital Relacional recoge las formas de relación entre el ente y los diferentes agentes de su entorno, constituyendo éstos los clientes, proveedores, competidores, alianzas estratégicas, etc.

Se entiende por Capital Relacional al grupo de activos intangibles que mide la relación que un ente tiene con sus clientes, sus canales de distribución, proveedores, competidores, alianzas, etc. Es el conjunto de interacciones que mantiene la organización con su entorno exterior.

El valor de este intangible es importante para las empresas que tienen una comunicación muy fuerte con el exterior de la organización. De esta manera, suelen serlo para aquellas que tienen una dependencia muy importante de sus proveedores, para las que compiten en mercados agresivos, para las que se apoyan en alianzas y estrategias de competencia, etc.

Es común que, cuando se habla de marketing relacional se lo vincule directamente con los distintos programas de fidelización que ponen en marcha las organizaciones con el afán de retener a sus clientes. Esta herramienta, de gran utilidad en la actividad económica, es una de las tantas que conforman el desarrollo del Capital Relacional.

Las técnicas de benchmarking representan un instrumento idóneo para mejorar la eficacia empresarial y también pueden ser uno de los componentes de este intangible, como también lo son el CRM y el IRM (5)

El aprovechamiento de Internet como vía para desarrollar el Capital Relacional de las organizaciones, creando un punto de vista sobre los usuarios y consumidores, está siendo utilizado por las diferentes técnicas de e-Marketing, entre las que se encuentran las de e-CRM con herramientas tan útiles como el telemarketing, los call centers, el análisis de la base de datos, los chat rooms, los algoritmos de segmentación, etc.

Estos ejemplos son algunos de la gama de acciones que pueden conformar el Capital Relacional de las organizaciones y que les permiten, si son usadas correctamente, establecer los niveles de diferenciación que requiere el mercado.

Lógicamente, corresponde a sus directivos determinar cuáles de estos elementos se encuentran en condiciones de generar valor presente y/o futuro, para poner en ellos el énfasis de la gestión, buscando la manera de registrarlos y controlarlos.

Como todo intangible, presenta serias dificultades para su medición. Darles el valor más cercano al real, sin sobre o subvaluaciones significativas, es el desafío profesional de brindar a las organizaciones la mayor cantidad de información útil para el control y la toma de decisiones y para acercarse a su valor de mercado.

IV. El capital estructural

El Capital Estructural pertenece a la empresa, más allá de las personas que la componen. Su solidez se representa en la calidad del Conocimiento y es determinante para la mejora continua de la eficacia organizacional.

Continuando con el análisis de los Activos Intangibles provenientes del Conocimiento de la Empresa y que generan valor para la organización, trataré el llamado Capital Estructural.

Este activo, no considerado por la contabilidad tradicional al momento de determinar el patrimonio de los entes económicos, suele ser significativo, no sólo por lo invertido en su concreción, sino también por su aprovechamiento estratégico.

Así, los sistemas de comunicación e información, el uso de tecnología disponible, los manuales y procedimientos laborales, los organigramas y sistemas de gestión y control, las bases de datos y demás software desarrollado en el interior de la empresa (no el comprado a un proveedor, habitualmente llamado “enlatado”) constituyen inversiones realizadas por la organización que, generalmente, no están incorporados a los activos registrables de la empresa (Se lo trata generalmente como un gasto del ejercicio o, en el mejor de los casos, como un gasto diferido que afecta a más de un ejercicio económico).

Hay que tener cuidado al efectuar un análisis de valor agregado de estos ítems, porque pueden estar parcialmente registrados, junto a los equipos de computación y de comunicaciones, con el software comprado o desarrollado “a medida” por un tercero, que lo facturó a la empresa y ésta lo incorporó como un bien de uso, etc.

La particularidad y elemento diferenciador que tiene el Capital Estructural como componente del Capital Intelectual es su permanencia en la organización cuando sus creadores y quienes lo utilizan a diario se retirar de ésta.

Esta trascendencia sobre las personas es de mucha importancia. Cuando se analiza su gestión y, sobre todo, el control ejercido sobre estos activos, se podrá apreciar si se les ha brindado el tiempo y la dedicación suficiente para su protección. Las barreras que se pongan para que sistemas, procedimientos, bases de datos, prototipos en desarrollo, etc. tendrán que ser suficientemente efectivas para impedir que a esta información no accedan más que las personas debidamente justificadas para ello y que no terminen en manos de la competencia o de quienes puedan hacer un aprovechamiento ilegítimo con su uso y de esta manera afectos los intereses de la organización.

También es importante tener su control de manera que, cuando se retira algún usuario habitual, pueda incorporarse el reemplazante sin que se altere el normal funcionamiento operacional. Si bien se presentan casos en los distintos puestos de las empresas, es muy común que ocurra en las áreas de sistemas y de contabilidad, donde hay posiciones sensibles en las que es necesario tener prevista la figura del reemplazo para que la organización pueda seguir funcionando sin alteraciones.

Por ello se valora la gestión que logra mantenerlos indemnes y en pleno uso de sus eficiencias y eficacias, cuando se retiran sus creadores o habituales operadores, y esta es una responsabilidad directa e indelegable de la dirección de las organizaciones.

Como en el caso de los demás intangibles, resulta difícil determinar su valor y, en este caso, su vida útil (los sistemas se transforman en obsoletos, los métodos son reemplazados por nuevas tecnologías, la investigación y el desarrollo se encuentran en permanente movimiento)

V. Conclusiones

El registro, medición y control del Capital Intelectual se van transformando en elementos claves para conocer a la organización ya sea desde una perspectiva externa como interna. Obtener información útil sobre la estructura de estos activos intangibles y su capacidad para generar valor, deben formar parte de las habilidades que tienen que desarrollar los responsables de su gestión para generar las características distintivas del ente.

Poco a poco las organizaciones van tomando conciencia del valor que representa su Capital Intelectual y cuanto dependen de él en la búsqueda de resultados.

Consecuencia de ser negado durante tanto tiempo por la contabilidad tradicional, resulta difícil determinar reglas que permitan su medición, registración y posterior control y que estas reglas sean sólidas, contundentes, confiables y reconocidas por profesionales y empresarios.

En los últimos años se han desarrollado distintos modelos de medición que representan un significativo aporte para determinar el valor de estos intangibles (6)

Estos modelos, correctamente aplicados, permiten acercarnos al valor real de los intangibles y corresponde sean utilizados por las distintas organizaciones, encaminándose, de esta manera, por la senda que las llevará a obtener información útil, tanto para su uso interno como para informar a terceros.

La evolución de los indicadores y la confiabilidad que se logre en el futuro, los transformará en una herramienta habitual de uso empresarial y de absoluta aceptación en el ambiente profesional, que podrá incorporarse progresivamente a las ya utilizadas, mejorando la calidad y aprovechamiento de los métodos de control de gestión. Para ello se utiliza el Cuadro de Mando Integral o cualquier otro sistema de Tablero de Comando, que resultan idóneos para utilizar indicadores no financieros.

Darles el empuje y apoyo necesarios para que los activos intangibles originados en el Capital Intelectual sean cada vez más confiables y aumentar continuamente el grado de aceptación por parte de la dirección de las organizaciones, es el camino a seguir para que las rigurosas ciencias contables los acepte y los integre a sus registros y a la determinación de los estados contables y achique así la brecha existente entre el valor de mercado y el valor de libros de los patrimonios.

Entiendo que el Capital Estructural es el que más rápido se adaptará y será reconocido en el tratamiento contable (de hecho ya muchos de estos activos tienen una incorporación aunque sea parcial) por tratarse de los mejor encaminados para alcanzar el rigor científico que se necesita para su valoración, registración y exposición contable.

El éxito que se logre con esta gestión, abrirá el camino para que el resto de los componentes del Capital Intelectual sean reconocidos y tengan su lugar en los registros y en los estados contables. De esta forma, la brecha entre el valor contable y el valor de mercado de los patrimonios se irá cerrando de manera firme y sostenida, permitiendo unificar bajo un mismo sistema y una misma base de datos toda la información necesaria para, en lo interno, tener el control integral de las organizaciones y de éstas hacia fuera, mostrar una situación patrimonial mucho más completa y cercana a su valor de mercado.

Alcanzar estos objetivos es una obligación que tienen los directivos y profesionales responsables de estos entes, para aumentar significativamente el valor de su gestión

Fuente: gestiopolis.com

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